Hacía quince días que me habías cautivado con tus maneras. Desde aquel momento no habíamos vuelto a vernos y lo más preocupante era que ni tan siquiera me atendías el teléfono. La suerte de aquella primera noche fue saber que aun tenía la esperanza de ser nuevamente tan tuya y tu tan mio como aquel día, lo que permitió durante esos quince días pegarme a cada segundo a la ventana de mi habitación con el fin de verte pasar. Cansada de no conseguirlo, me levanté una mañana y me vestí con el mejor de mis trajes. Pasé la mañana deseando que todo fuese solo un mal sueño y me convencí de que volverías. Esperé paciente a que llegaras y allí aparqué. Entonces pasaste. Salí a buscarte y ocurrió lo que hace mucho debió ocurrir. Ni siquiera me miraste. Te vi por detrás cómo caminabas y grité tu nombre, pero no volteaste. No eras tú, eras una ilusión. No eras mas que lo que yo había hecho de ti, y lo que había hecho de mi misma. Eras un engaño, una mentira. Pasaste, pero volví a gritar tu nombre, solo para asegurarme. Entonces te volviste y te sorprendió verme allí. Te acordabas de mi!! Temblabas más que yo y de los temblores de los dos fue de lo que cruzamos las primeras palabras.
Te sorprendió verme aún parada ahí. Aún parada ahí...
Y en tu rostro no vi mas que eso, sorpresa. Vi como por dentro te burlabas de las horas que había pasado ahí tratando de recuparara algo que jamas tube. Te vi riéndote de mis besos, de mis te quiero y de nuestras noches. Te vi y dijiste "Monce", cuando ya no quería escuchar ni una sola palabra mas de tus labios.
Hoy volví a levantarme y me vestí con el mejor de mis trajes nuevamente. Pasé la mañana deseando no arrepentirme de la decisión que había tomado y casualmente no lo hice. Salí a buscarte y te vi. Esta vez tu gritaste mi nombre y hablamos. Nos despedimos con dos besos y temblando seguí tu camino. Yo, aún temblando, vi cómo te alejabas..
Y efectivamente, después, te alejaste... esta vez para siempre L!
